La educación creativa es amor y la enseñan los padres.

Un padre/madre que ama a sus hijos quiere y desea que sean felices, que disfruten y tengan entusiasmo por la vida, bienestar y placer. Estas condiciones son básicas dentro de este sistema educativo creativo.

Cuando los padres apoyan el deseo de placer de sus hijos, están siendo afectuosos con ellos; los hijos responden con respeto a los padres, escuchan las sugerencias y consejos que el padre o la madre tengan que dar; y lo hacen desde el respeto, no desde la autoridad o el miedo.

Los padres amorosos tienen y practican responsabilidad. Esta responsabilidad les da a los padres “autoridad” para buscar y fijar pautas que puedan asegurar el buen funcionamiento de la vida familiar; esto implica a su vez disciplina, destinada a aumentar el bienestar de todos los miembros de la familia. Como resultado, los padres no necesitan tener comportamientos permisivos o castigadores.

Educar y criar a un hijo de manera que se sienta respetado, amado y seguro, es un acto creativo. Para educar a un hijo desde este lugar, el padre y la madre deben de estar libres de culpa personal y deben de saber expresar abierta y honestamente sus sentimientos, y tener una idea clara y real de lo que representa el placer en la vida.

Un padre enseña a sus hijos lo que el sabe, sus valores, y también, sus limitaciones.

Para educar a un niño en el amor (educación creativa) y darle un enfoque creativo a su comportamiento; los padres deben de amarse a si mismos; deben de buscar herramientas adecuadas para ayudar a cada hijo en particular: Motivarlo y fomentar su desarrollo creativo: Su amor por si mismo, su confianza y su fe.

Un padre o una madre creativa y sana, es aquel o aquella que busca y desarrolla una nueva forma de interactuar con su hijo; crea relaciones sanas basadas en: Sensibilidad, autoconciencia, autoaceptación y vulnerabilidad.

Un padre/madre ama a su hijo cuando le ayuda a encontrar y desarrollar todas las áreas de sus necesidades y cuando aprende a unir todos sus aspectos.